La importancia de la fotosíntesis para el ser humano y la
biosfera.
La fotosíntesis es la conversión de materia inorgánica en
materia orgánica gracias a la energía que aporta la luz. En este proceso la energía luminosa se transforma en energía química estable, siendo el adenosín Trifosfato (ATP) la
primera molécula en la que queda almacenada esa energía química. Con
posterioridad, el ATP se usa para sintetizar moléculas orgánicas de mayor
estabilidad. Además, se debe de tener en cuenta que la vida en nuestro planeta
se mantiene fundamentalmente gracias a la fotosíntesis que realizan las algas,
en el medio acuático, y las plantas, en el medio terrestre, que tienen la
capacidad de sintetizar materia orgánica (imprescindible para la
constitución de los seres vivos) partiendo de la luz y la materia inorgánica. De hecho,
cada año los organismos fotosintetizadores fijan en forma de materia orgánica
en torno a 100.000 millones de toneladas de carbono.
Los orgánulos citoplasmáticos
encargados de la realización de la fotosíntesis son los cloroplastos, unas estructuras polimorfas y de color verde (esta coloración es
debida a la presencia del pigmento clorofila) propias de las células vegetales. En el
interior de estos orgánulos se halla una cámara que contiene un medio interno
llamado estroma, que alberga diversos componentes, entre los que cabe destacar
enzimas encargadas de la transformación del dióxido de carbono en materia
orgánica y unos sáculos aplastados denominados tilacoides o lamelas, cuya membrana contiene pigmentos fotosintéticos. En términos
medios, una célula foliar tiene entre cincuenta y sesenta cloroplastos en su
interior.
Los organismos que tienen la
capacidad de llevar a cabo la fotosíntesis son llamados fotoautótrofos (otra nomenclatura posible es la de autótrofos, pero se debe tener en cuenta que bajo esta denominación también se
engloban aquellas bacterias que realizan la quimiosíntesis) y fijan el CO2 atmosférico. En la actualidad se diferencian dos tipos de procesos
fotosintéticos, que son la fotosíntesis oxigénica y la fotosíntesis anoxigénica. La primera
de las modalidades es la propia de las plantas superiores, las algas y las cianobacterias, donde el dador de electrones es el agua y, como consecuencia, se
desprende oxígeno. Mientras que la segunda, también conocida con el nombre de
fotosíntesis bacteriana, la realizan las bacterias purpúreas y verdes del azufre, en las que
el dador de electrones es el sulfuro de hidrógeno, y consecuentemente, el
elemento químico liberado no será oxígeno sino azufre, que puede ser acumulado
en el interior de la bacteria, o en su defecto, expulsado al agua.
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